lunes, 5 de octubre de 2015

Otro vistazo al tema del giri (y puntualizaciones).

Por Kitsu Senichi.
Las negritas son mías:

Mientras que el código de honor occidental se basa en la buena fe, el japonés toma como medida la diligencia, de manera que una maniobra que a nosotros nos parecería de lo más artera y humillante para el que la realiza, como atacar por la espalda a alguien desarmado, por ejemplo, un japonés la encontraría perfectamente admisible: el verdadero deshonrado sería el samurái negligente que se deja sorprender de esa guisa. De este modo, perder un objeto que se nos ha confiado, servir un alimento en mal estado o vender un producto defectuoso -y estoy citando casos reales de los últimos cincuenta años- constituirían para un samurái motivos más que suficientes para caer en vergüenza y quedar deshonrado, siempre y cuando se haya tratado de una falta no intencionada y el ofendido pertenezca a su casta o a otra superior o equivalente

Si el hecho admite reparación in natura, lo más probable es que el samurái se limite a devolver las cosas a su estado original y se humille ante el ofendido; pero si se trata de un hecho irreversible y desea recuperar su honor, no le quedará más remedio que practicar el suicidio ritual ante su acreedor para demostrarle su sinceridad a la hora de pedir perdón -en caso contrario, caerá en una situación de infamia mucho más terrible que la propia del Derecho romano-. 

Extraído de aquí: Caballos Desbocados.
(El dibujo es del maravilloso Sergio Toppi.)