sábado, 12 de octubre de 2013

Un encuentro extraño.

La sensación fue extraña. Como cortarse con un papel o pincharse con una astilla, pero mucho más intensa. Tanto que se antojó insoportable hasta que, rápida y vertiginosa, cesó, como había empezado, con un destello.

De pronto no sintió nada. No una nada pacífica o meditativa, una más apremiante, que tiraba de él. Como si esa nada le condujera a algún lugar, arrastrando su ser,todo él, llevándole a...

Una nube. O una bruma. O quizá niebla. Siendo marino tendría que ser capaz de distinguir una cosa de la otra, pero todo era tan esquivo y difuso. ¿Había sido marino en realidad? ¿Dónde estaba?

Había otras figuras a su alrededor. Vagaban, no se movían pero al poco ya no estaban en el mismo lugar. Se acercó a una, al azar, y tenía la extraña certeza de que, en otras circunstancias, hubiesen estado sentados. Si hubiese habido asiento, o cuerpo, así habría sido.

- Me llamo...Ata...creo que sí...Atas...Yoritomo Atas...Yoritomo. Eso seguro.

La otra figura parecía que se movía, y todo hacía pensar que era asintiendo.

- Esto es Meido, ¿verdad? - otro movimiento de cabeza- Estamos...esperando.

Unos minutos o unas horas de espera, de silencio. La conversación se reanudó, y el nombrado Yoritomo no sabía si era con la misma figura indefinida o con otra.

- ¿Por qué estás aquí? ¿Cómo te llamas?

Nada. Otra vez la nada, esta vez rotunda y contundente, en imagen y sonido. Poco a poco iba recordando quién era, qué hacía allí.

- Me cago en los piratas sodomitas que no son ni piratas. En su leonina cabeza y en su leonina boca me cago... Tú, eh, tú...¿hay que esperar mucho? ¿Dónde está Emma O? ¿De qué palmaste tú?

- ¿Yo? De guapo. Morí por ser demasiado chulo, demasiado hermoso para el mundo. Y, para terminar de redondearlo, por una flecha, si quieres saber toda la historia.

- Esa voz...que me coma el rabo una serpiente marina si esa voz no es...tú...tú...eres Masu, la Grulla Bonita!

Sin cuerpos, sin sustancia siquiera, los fantasmas, espíritus ni siquiera hechos de viento, se abrazaron.

Horas, días después, o quizá unos instantes, uno cesa de hablar...

- Y esa es la lista, más o menos completa...en cuanto a los muertos que he enviado aquí o de vuelta al Jigoku, también son incontables, pero lo intentaré, pues creo que me los requerirán ahora...
- Entonces...te tiraste a Michiko...a mi esposa...
- Bueno, sí...en realidad...
-...
-...
- Cabroooooooooooooooon...a mis brazos, hombre. Si tuviera que matar (o volver a matar) a cada bastardo afortunado que la ha coyundado...

Y así la espera para tan valientes samurais en vida se hizo más llevadera, entre historias de gloriosas batallas y tórridas aventuras de cama.

1 comentario:

  1. Veo que nuestros PJsy allegados se ríen de sí mismos, y de nosotros, desde los Infiernos...

    ResponderEliminar